Y un buen día llega un general y declara que la
patria es un sentimiento, mucho más antiguo que la democracia y mucho más
valioso que la Constitución, que "solo" es una ley (el entrecomillado
es mío; él lo dijo así, sin más), y por lo tanto, el ejército debe defenderla,
a la patria, su patria, como sea. Es
posible que a ese idiota le caiga un puro por romper la neutralidad debida.
Otro día, mucho antes del anterior, otro señor, este es presidente del
gobierno, afirma que no ha cumplido sus promesas electorales, pero ha cumplido
con su deber, y con la afirmación deja caer que el deber tiene preferencia
sobre la promesa, independientemente de quién sea el encargado de valorar uno y
otra. A este listo no le caerá más puro que el que se fume, habano seguramente.
Otro día más, en un país llamado Italia, la momia de Berlusconi, tan incorrupta
como rellena de corrupción, considera su deber presentarse a las elecciones
para salvar también a su patria, y mira por donde consigue ganar en el Senado y
ser segundo casi primero en el Congreso.
Son tres ejemplos de "deberes" democráticos
interesantes. Uno, el del militar pseudogolpista que no dudaría en cargarse la
democracia para, según él, salvarla. Otro, el establecimiento de prioridades
unilaterales y subjetivas que cuestionan y relativizan la democracia, y que
abre la puerta a tipos como el primero. Y otro más, el uso del privilegio
democrático llamado inmunidad parlamentaria, que permite no solo eludir la
cárcel, sino acceder de nuevo al poder gracias al absurdo voto de unos
seguidores absurdos (eso es un modelo a seguir y no los de la semana de la moda
de Milán).
En el fondo nos gustaría ser como todos ellos, a que
sí. Bueno, creo que ya lo somos. Esa es la actitud que nos gusta, la que
justificamos más fácilmente, la que se ha convertido en normal. La democracia
mola, como la abolición de la pena de muerte o de la esclavitud, por poner
algunos ejemplos extremos, pero solo cuando las cosa va bien, porque si la cosa
se tuerce, entonces, nuestro deber es asumir nuestro deber y salvar a la
patria, como sea, cueste lo que cueste, ejecutando a binládenes o esclavizando
a trabajadores.
No, lo siento, prefiero aliarme con todos los Beppes Grillos posibles que se alcen
contra los idiotas, los listos y las momias. Ojalá.
No hay comentarios:
Publicar un comentario