jueves, 11 de abril de 2013

De libros y diques


Últimamente tengo algo abandonada la literatura infantil y juvenil. No encuentro un motivo especial para ello, simplemente ocurre que me apetece más leer y escribir poesía y narrativa adultas, concebidas sin ese dique de contención que suele intuirse o levantarse claramente en las obras infantiles y juveniles a la hora de tratar determinados temas o desplegar algunos recursos. La tengo algo abandonada, pero no absolutamente, aclaro, eso sería imposible, y si seguís este blog comprobaréis que sigo reseñando y aludiendo a la LIJ con frecuencia.
Y ha sido al pensar en la expresión “dique de contención” cuando he recordado dos obras que me gustaría citar aquí como ejemplos de eso. Seguramente, la elección tenga mucho que ver con el mes, abril, y la memoria, el recuerdo de la República y la Guerra Civil. Sirva, pues, de recuerdo.
Una de las obras es infantil, se titula La perrona y su autor es Vicente Muñoz Puelles, la editó Anaya en 2005 y recibió el I Premio Libreros de Asturias. Es una novela recomendada para lectores a partir de 10 años y narra el viaje de un niño a Rusia, junto con otros muchos, para ponerse a salvo de la guerra recién empezada en España. La otra es de Fernando Marías y se titula Cielo abajo. También lo editó Anaya en 2005 y también fue un libro premiado, doblemente: II Premio Anaya de LIJ y Premio Nacional de LIJ 2006; pero esta segunda novela está recomendada a partir de 12 años y narra una historia de aviadores, bombardeos y espionaje en el Madrid de 1936, con la “complicación” narrativa añadida de presentar un salto temporal de 60 años.
Muñoz Puelles escribe una novela sencilla (no simple, ojo) con una peripecia central que apenas se distrae con algunas referencias histórico-sociales concretas, lo cual resulta muy adecuado para los lectores destinatarios, pero que a los adultos nos deja algo fríos, porque necesitamos más o, al conocer más el asunto, echamos de menos la novedad deseable en una obra de este tipo.
Marías, en cambio, despliega un arsenal narrativo muy variado. Desde la estructura de la novela, hasta la naturaleza de los personajes, pasando por la selección de acontecimientos y referencias históricas, todo hace recordar a esas obras escritas por y para uno mismo, válidas y recomendables para lectores próximos a la adolescencia, pero también -y quizá más exitosamente- para lectores adultos, necesitados de historias bien trenzadas y de lecturas serias y originales.
Como lector adulto, veo, siento, el dique de contención en la obra de Muñoz Puelles y lo percibo como el precio a pagar para poder tratar ese tema en concreto; pero no lo percibo en absoluto en la de Marías y esto es algo que me gusta especialmente, porque convierte la novela en una obra recomendable y valiosa para todo tipo de lector.
Ambas me parecen muy buenas novelas y la diferencia de peso entre una y otra es de la misma naturaleza que las diferencias que regulan algunos deportes de contacto, donde los ligeros y los pluma no pueden competir por evidentes y contundentes motivos.
Añado, por último, que no me supone un gran conflicto aceptar la simplicidad y la limitación en el trato de un tema comprometido (muerte, enfermedad, guerra, exclusión…) en una obra infantil. Si la obra está bien hecha, entran en juego otros factores que la equilibran (un ejemplo destacable me parece Flon Flon y Musina (SM, 1993), de Elzbieta). Sin embargo, sí que me cuesta trabajo aceptar -o notar- esa simplicidad y esa limitación en un libro juvenil, porque me parece autocomplaciente y paternalista, cuando no directamente oportunista, privar a unos lectores prácticamente ya formados de la seriedad, la profundidad y el respeto que se merecen.



No hay comentarios: