martes, 23 de abril de 2013

Hegel por casa


Hablamos de filosofía
mientras pelamos
patatas y observamos el aceite
calentándose.
Recordamos a Hegel temeroso,
las partimos, de perder
su manuscrito
por culpa de Napoleón, que llega
imparable a las puertas
de la ciudad de Jena.
Grita el aceite
y comentamos qué difícil
es leerle un par de páginas,
a Hegel,
por dios, es preferible
que alguien te lo traduzca,
y reímos, porque el filósofo
se ha convertido
en universo que alguien
debe intentar
explicar como un filósofo, otro.
Las patatas ya dialogan
con el aceite.
En cuanto estén doradas
nos servirán.


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