La niña jugaba fuera y, llevada por la
curiosidad, encontró la abertura en el muro. Se introdujo por el angosto hueco
y se halló dentro de la casa. Entonces la vio, con toda claridad, y la oyó, a
su madre, asomada a la ventana, llamándola para cenar.
Iba ya a incorporarse para demostrar la prisa
que se había dado en obedecer, cuando se vio a sí misma entrar por la puerta.
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