jueves, 20 de junio de 2013

Feria del Libro... de papel


La Feria del Libro de Madrid es la fiesta del libro y quizá sea por eso por lo que se vuelca en ese objeto, por otro lado hermoso e imprescindible en nuestra vida, para elevarlo a las alturas del símbolo cultural. 
Por omisión, por defecto, el libro celebrado es el de papel y cualquier referencia o alusión al otro, a su hermano pequeño electrónico y digital, brilla por su ausencia. No hay en la Feria, o no llaman la atención, e-books ni e-readers (tras la publicación de este artículo he sabido que el reglamento lo prohíbe). Sí hay chorraditas relacionadas con las redes sociales, códigos QR, páginas web..., pero siempre con el libro como referente. 
Durante dos semanas, librerías, distribuidoras, editoriales e instituciones escenifican ese largo paseo de casetas y papel, por donde circulan curiosos, asiduos y devotos dispuestos a conseguir la firma del autor de referencia, la obra largamente anhelada, la rareza que tristemente no va a poder ser porque incluso los especialistas llevan a la cita lo más vendible. Durante dos semanas, el Retiro, el pulmón, se llena de pulmones que lo revitalizan y convierten en un espacio envidiado -más todavía-, por las demás ciudades del país. 
Pero hay algo que debe cambiar, es necesario un cambio en el punto de vista con que se piensa la Feria -posiblemente el mismo cambio que hace falta en el mercado, la política y las campañas ad hoc-. 
Es necesario reconocer que el libro, en cualquiera de sus manifestaciones, no es el protagonista, no es el fin. El libro es el medio, el instrumento, la herramienta... el objeto, y más concretamente, el objeto directo del verbo que mueve todo el tinglado, el verbo leer. El protagonista es el sujeto que realiza esa acción, que se beneficia de esa acción y que utiliza el objeto para vivir mejor. El protagonista es el lector y es en él en quien debe concentrarse el esfuerzo y la celebración, con todos los recursos y todas las posibilidades que ofrece este momento extraordinario que vivimos, en el que realidad y ficción parecen compartir universos maravillosos con y sin papel.




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