El
hoyo del niño ya rezumaba agua, pero él seguía cavando y extrayendo arena.
-
Es un trabajo inútil -comentó su padre desde la sombra de la sombrilla, sobre
la toalla, tras el suplemento económico del periódico.
El
niño se detuvo un instante, frunció el ceño e hizo algo que su padre siempre
iba a recordar con tristeza y arrepentimiento.
Rellenó
el hoyo y salió corriendo a bañarse.
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