Nada
Janne Teller
Edición: Seix Barral, 2011
Pierre Anthon es un chico de 14 años que un buen día decide
encaramarse a un ciruelo para quedarse allí y abandonarlo todo, porque la vida
no vale nada y no hay nada que hacer al respecto, no merece la pena. Así de radical es la cosa. Sus compañeros,
entre los que se encuentra la narradora de esta historia, Agnes, se sienten
ofendidos y deciden demostrarle que está equivocado; para ello van a levantar
una montaña de significado con las
cosas, los objetos, que son más importantes para cada uno de ellos. El sistema
elegido para designar los objetos permite el giro sorprendente que da la acción
de la novela, porque cada chico elige lo que otro deberá llevar a la montaña de
significado y eso da lugar a una cadena de peticiones con una progresión... Y quien
se niegue, cobra. Así, la montaña de significado se formará con aportaciones
verdaderamente valiosas y Pierre Anthon y su nihilismo quedarán en evidencia. Esa es la intención.
Unas sandalias nuevas, una bicicleta, una cobra en formol, el
ataúd del hermano muerto con el hermano dentro… Las aportaciones van reflejando el paso de los días y el aumento de la tensión que se origina
entre los compañeros, y evolucionan desde objetos con valor sobre todo sentimental
a objetos cargados de significado y connotaciones más allá de los sentimientos
y los propios protagonistas: religión, política, sexo... En secreto, al margen
de los adultos, el grupo de compañeros lleva a cabo su misión con la seriedad y
la entrega propias de los juegos infantiles o de las pasiones juveniles, y la
incuestionable obediencia a la elección de cada uno anuncia el drama, a la vez
que da a esta historia el rigor y la profundidad que se merece... y que se
merece el lector hacia quien va dirigida en primera instancia: los
adolescentes.
Es una obra polémica ya desde su origen, prohibida y
censurada en países insospechados, con similitudes evidentes con la famosa
novela de William Golding, El señor de
las moscas, con varios niveles de
lectura y complejidad que la hacen muy interesante tanto para jóvenes como para
adultos. Es más, me parece una de esas obras a las que la etiqueta de “juvenil”
puede perjudicar en dos sentidos; la puede privar de otros lectores a quienes
sin duda interesaría, y la puede convertir en el blanco de los ataques de
quienes no aceptan una literatura juvenil transgresora e inconformista.
Resumiendo, Nada es, en mi opinión, una obra, dura, terrible
incluso, polémica, sin duda, pero valiente y bien escrita, valiosa y
recomendable para lectores a partir de 14 o 15 años.
En algunos sitios que visito con cierta frecuencia han
hablado de ella. Aquí os dejo los enlaces.
En el blog de Ana Garralón
En el blog de Pep Bruno
Reseña de Care Santos
Un fragmento:
-Nada importa. Hace mucho que lo sé. Así que no merece la pena hacer nada. Eso acabo de descubrirlo.
Con entera tranquilidad se agachó, recogió sus cosas, que precisamente acababa de sacar, y las volvió a meter en la mochila. Se despidió con una inclinación de cabeza acompañada de un gesto de todo me da igual y abandonó la clase sin cerrar la puerta tras él.
Y la puerta sonrió. Era la primera vez que le veía hacer eso a la puerta. Pierre Anthon dejó la puerta entreabierta como fauces riendo que podían engullirme si me dejaba seducir y lo seguía. Sonreía. ¿A quién? A mí. A nosotros. Miré a mi alrededor y a todos, aquel molesto silencio me revelaba que los demás también se habían dado cuenta.
Íbamos a convertirnos en algo.
Y algo quería decir alguien. No era nada que se dijera en alto. Aunque tampoco por lo bajo. Simplemente era algo que estaba en el aire o en las horas o en la valla que rodeaba la escuela o en nuestra almohada o en nuestros peluches que injustamente, tras haber hecho su función, yacían apilados en el sótano o en la buhardilla acumulando polvo. No lo sabía. La puerta sonriente de Pierre Anthon me lo reveló. Seguía sin saberlo con la cabeza, pero ahora lo sabía.
Tuve miedo. Miedo por Pierre Anthon.
Miedo, más miedo, muchísimo miedo.
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