Al principio leía para mí, y después, cuando su vista se deterioró, yo le
tomé el relevo, aunque siempre era ella quien decidía qué libro debía leer.
Nunca me preguntó por mi experiencia en el ejército, y mostró poco interés por
la vida civil que llevé en la universidad y después como profesora de escuela.
Cuando alcancé la edad núbil, la gente empezó a presionarme, al principio
sutilmente y después no tanto, diciéndome que los mejores años de una mujer
joven eran cortos, diciéndome que cada día era menos atractiva, como un lichi
que no hubiese encontrado comprador cuando más fresco estaba. La catedrática
Shan debió de sospechar todo eso, pero como siempre, se negó a que lo prosaico
entrara en su apartamento. Por el contrario, leíamos las historias de otros,
más reales que las nuestras; a fin de cuentas, nosotras, ineptas arquitectas de
nuestras propias vidas, no podíamos compararnos con esos maestros.
Yiyun Li: “Generosidad”, en Muchacho de oro,
muchacha esmeralda (Círculo de Lectores-Galaxia Gutenberg, 2012)
Traducción de Laura Martín de Dios
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