martes, 18 de agosto de 2015

La estética de Kawabata


Mil grullas
Yasunari Kawabata
Edición: Emecé, 2008
Traducción de María Martoccia


El estampado de un pañuelo, una mancha en la piel, la ceremonia del té. Éstas son las tres referencias estéticas sobre las que Kawabara construye esta novela corta para hablarnos de amor o, mejor dicho, de amores.
El joven Kikuji es invitado a la ceremonia del té organizada por Chikako, amante de su padre fallecido. En ella conoce a otras mujeres y, a partir de ese momento, la historia avanza combinando encuentros entre los personajes que hablan de deseo, tradiciones, recuerdos, remordimientos... Todo narrado con calma, lentitud, la misma con que se prepara y oficia la ceremonia del té, los recipientes, el espacio, el ambiente, la invitación... La manera en que ese rito es entendido por una generación y otra, en correspondencia con las relaciones humanas, que también varían, contagia la acción y la hace avanzar a través de diálogos y momentos que forman un friso lleno de sensualidad y presagios.
Llama la atención la limitación de recursos, los diálogos más que las descripciones, la lenta acción, la desnudez de las viviendas, la escueta caracterización de los personajes, centrada en unos pocos rasgos... El detallismo se centra casi exclusivamente en los recipientes del té y es a través de ellos por donde se transmite la tensión de esta historia. Una historia, me atrevo a clasificar de minimalista, que quizá a un lector occidental resulte algo ajena y poco emocionante (yo soy ejemplo de ello), o al contrario precisamente por eso, vete tú a saber.



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