Ven, siéntate aquí
Guadalupe Royán
Ilustraciones de Raquel
Catalina
Edición: Adeshoras, 2015
A pesar de lo que dice la
contracubierta, los diecisiete relatos que forman este libro son historias de
amor. Es cierto que el amor aparece en múltiples formas y es narrado desde
múltiples perspectivas y voces. Es cierto que a través de él se alude a la
memoria, al tiempo, a la vida, al dolor, al deseo, a los sueños, al miedo...
Pero hablamos de amor, básicamente. Incluso me atrevo a afirmar que los
diecisiete relatos que forman este libro son un juego de variaciones sobre el
amor, un pequeño catálogo de las posibilidades que las relaciones de pareja
pueden ofrecer. Los diferentes registros narrativos de la autora, los enfoques,
las reflexiones sobre los cuales personajes y/ o narradores arman su pequeña
gran historia..., incluso las ilustraciones, limpias, extrañas, narrativas, de
Raquel Catalina, que además utilizan los mismos personajes como hilo conductor,
me hacen pensar en esta idea.
Es un catálogo de posibilidades
amorosas, o de pareja si queremos, que tiene la cualidad de tocar teclas de
emoción en el lector. Algunas, lógicamente, resultan más próximas que otras;
algún relato puede resultar demasiado blando, o alguna historia ser previsible,
es posible; pero todas están escritas con la calma, la precisión, el equilibrio
y la naturalidad que caracteriza a los buenos relatos.
Del relato Maquech reproduzco el primer párrafo,
que me ha gustado especialmente:
En la península del Yucatán, en México, vive un insecto llamado maquech. Se parece mucho al escarabajo, pero puede cumplir más de cien años y la mayor parte de su vida permanece en estado de larva. Solo se alimenta de aire y, cuando se transforma en adulto, deja de respirar y muere. Una vez inerte, en su caparazón nacen piedras de jade, y dos puntos de ámbar brotan en el lugar que ocupaban sus ojos. Allí donde debería estar su pata delantera izquierda crece una cadenita dorada que acaba en un broche.
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