viernes, 18 de diciembre de 2015

En otra dimensión


Mi vecina Felicidad, Feli, se ha presentado en casa con una botella de cava brut nature, que estaba de vicio, dicho sea de paso, y me ha expuesto su última teoría, pero antes ha defendido la bebida catalana con la misma convicción con que ha criticado las propuestas de boicot al consumo de determinados productos por cuestiones políticas o laborales. Son hipócritas y populistas, dice, porque presuponen el fracaso, ya que de lo contrario agravarían el problema por el que surgen; si propongo no beber Cocacola y tengo éxito, a tomar por saco, ¿no?, pues eso. En fin, dice Feli que la única explicación a lo que ha pasado en la campaña electoral es que en algún momento este país y nosotros, sus habitantes, con él, ha pasado a otra dimensión. Sólo así se explica, dice, que un partido que ha incumplido sistemáticamente sus promesas electorales siga en el candelero, sin desgaste ni memoria; sólo en otra dimensión es posible que se apueste por el empleo precario y barato, inestable y temporal; sólo en otra dimensión es posible asimilar 437 investigaciones y 1600 detenidos por corrupción; sólo en otra dimensión el presidente de un gobierno puede evolucionar en sus incomparecencias pasando del uso del plasma al uso de la vicepresidenta, mientras él retransmite partidos por la radio y charla de su vida antediluviana con un tipo que no canta pero tampoco entrevista; sólo en otra dimensión se entiende que se organice un debate entre varios candidatos y se invite a dos nuevos pero se deje fuera a dos formaciones con enorme representación, al menos en número de votos... Sólo en otra dimensión, extraña y absurda, me dice Feli, se le ocurre a alguien retocar la foto del candidato Sánchez, hombre; si ya es guapo, qué coño retocáis, tontos del haba, que ahora parece enfermo y el voto por lástima ya no se lleva. Después, ya desahogada, brindamos por el nuevo gobierno y ya veremos si por la madre que lo parió.


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