La
mancha de la raza
Marco Aime
Cambalache,
2014
Del
mismo modo que hay libros infantiles que deberían conocer y leer los adultos
(diría que todos, en realidad), hay temas considerados de adultos que deben
formar parte de la literatura infantil, por mucho que haya quien defienda el
carácter profiláctico contra el mundo, la vida y la realidad que debe poseer esta
literatura. Temas como la muerte, la discriminación, la guerra, el dolor, el
sexo, deben formar parte del ideario literario infantil, porque también es
función de la literatura infantil establecer conexiones con el mundo, la vida y
la realidad en los que está inmerso el lector, y es una herramienta valiosísima
para dotarlo de recursos, ofrecerle puntos de vista, prepararlo para los aspectos
más ingratos de su propia existencia. Pero, claro está, no puede hacerse esto
de cualquier manera.
El
libro de Marco Aime es uno de esos libros que adapta un tema considerado adulto
al público infantil... Bueno, infantil-juvenil, a partir de 11 o 12 años, pero
que, además, puede aclarar alguna duda al adulto mismo.
El
título completo es La mancha de la raza: carta
a un niño rumano. Desde Italia, Marco Aime escribe una larga carta a
Dragan, un niño gitano rumano, en la que explica y comparte las contradicciones
de una sociedad (la sociedad) que
olvida su pasado migrante, alimenta el razismo, discrimina por sistema... A
partir de la extrañeza que surge de estampar la huella dactilar en un papel, el
autor despliega un muestrario de hechos y épocas en los cuales la raza, igual
que la procedencia o la cultura diversas, ha sido criminalizada y extiende esa
actitud al lenguaje mismo, cuando bajo un uso quizá inconsciente también discrimina
y encasilla. Términos como identidad, nacionalidad, seguridad, libertad..., son
temas para la reflexión y la denuncia.
Es
un libro serio, salpicado de rabia y de vergüenza, quizá pesimista, necesario
en cualquier caso. Es posible que el lector poco avezado encuentre dificultades
en comprender varias referencias y algunas expresiones, pero eso se soluciona hablando
con otros lectores, quizá adultos. Es un libro que ordena ideas, aporta
perspectiva y, sobre todo, nos contagia la ineludible realidad de que todos,
todos, somos Dragan.
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