lunes, 29 de febrero de 2016

Lo que él con sus palabras...


¿Un joven con granos, rubio, anguloso, 
que era humillado y se reprimía siempre,
que hablaba a veces con arrogancia, provocaba
medio burlas medio compasión y rondaba ante
las habitaciones de las chicas, por si Gila o Tzila querían
que les leyera un poema que acababa de escribir? Creía
ingenuamente que a una mujer se la consigue
con un discurso o un poema. Y de hecho a veces logró
despertar en las chicas algún sentimiento que después,
por la noche, las acompañaba cuando iban a recibir
o a dar amor al monte, pero no con él,
sino con los que recogían el heno, unos fortachones
que recolectaban con alegría lo que él con sus palabras
había sembrado casi con una lágrima.


Amos Oz: El mismo mar (Siruela, 2007)
Traducción de Raquel García Lozano


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