domingo, 21 de agosto de 2016

Vivir, leer


Porque el olor del libro es la quintaesencia de todos los olores, la geografía del héroe, el tópico de la quietud y los bosques nemorosos. Todo libro es pasaje. Cuando abro un volumen y aspiro sus páginas, ya no estoy allí. Mucha gente no puede entender que Tucídides huela a aurora de islas griegas, pero es así. (Nunca he estado en Grecia, pero mi convicción es irrefutable precisamente porque es irracional). Se puede vivir sin leer, es cierto; pero también se puede vivir sin amar: el argumento hace aguas como una balsa capitaneada por ratas. Sólo quien ha estado enamorado sabe lo que el amor regala y quita; sólo quien ha leído sabe si la vida merece la pena de ser vivida sin la conciencia de aquellos hombres y mujeres que nos han escrito mil veces antes de que naciéramos. Y que nadie se sonría ante estas líneas. Por una vez, y sin que sirva de precedente, han sido escritas sólo desde la emoción.


Ricardo Menéndez Salmón: El corrector (Booket, 2010)




No hay comentarios: