miércoles, 5 de septiembre de 2018

Pregón (2ª parte)


Descanso, celebración, conmemoración, disfrute, diversión… son todas palabras asociadas al significado de la palabra “fiesta” y todas tienen cabida, en una medida o en otra, dentro de la expresión “fiestas patronales”, cómo no. “Entonces –me interrumpe mi vecina Felicidad, Feli–, por qué este empeño tuyo en darle más vueltas a la noria. La gente quiere divertirse y olvidarse durante unos días del trabajo y la rutina, y el ayuntamiento ofrece esa posibilidad con atracciones, casetas, conciertos, toros, procesiones… Qué tiene de malo darle a la gente lo que quiere”. Se me viene a la memoria la canción de Leño, Maneras de vivir, y respondo a Feli que la clave está en el plural. Hay muchas maneras de descansar, celebrar, conmemorar, disfrutar y divertirse, pero los ayuntamientos suelen apostar sólo por una de ellas, la misma casi siempre, esa que consiste en repetir lo tradicional y lo popular, lo ya conocido, sin más complicaciones. Las fiestas igualan a todos los partidos políticos, vencen a las ideologías, son unánimes, Feli, como la noche que crea Borges en Las ruinas circulares. Así las cosas, es extraño que nadie se plantee separar Cultura y Festejos en concejalías diferentes. Es una gran contradicción mantenerlos unidos cuando en toda fiesta la parte cultural es prácticamente nula, no existe el mínimo enriquecimiento social, no hay ninguna novedad, no se explora la diversidad en ninguna de sus expresiones. En realidad, nada de lo que se programa y se hace en las fiestas aporta nada sustancioso a nadie, más allá de pasar un buen (divertido, movido, esforzado, reflexivo, beato, suculento…) rato. Bueno, en realidad, la concejalía de Cultura tampoco suele aportar gran cosa al concejal de turno, porque suele compartir con él un perfil muy bajo en relación a los demás concejales y concejalías, lo cual favorece que todos, Feli, seamos la misma gente y queramos la misma cosa.


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