
Antes de cumplir los cuatro años Adam reconocía ya todas las letras. Las aprendió con una facilidad sorprendente y después fue ya realmente imposible de parar. Leía y escribía. Veía las formas de las letras en las grietas de la pastilla de jabón, en la corteza del pan, en el revoque de las paredes. Se empeñaba en leer palabras que se formaban entre los pliegues de las sábanas o en las líneas de la mano.
David Grossman: La vida entera (Lumen, 2010)
Traducción de Ana María Bejarano.
David Grossman: La vida entera (Lumen, 2010)
Traducción de Ana María Bejarano.

2 comentarios:
Interesante.
Y la novela más (incluso con sus 700 páginas).
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