ENCUENTRO
A veces la ciudad nos reconforta
con la visión de ángeles y cielos;
ocurre pocas veces, pero ocurre,
y entonces nos sentimos elegidos.
Así, entre el marasmo de existencias,
entre el caos de vehículos y bloques,
entre el dolor de ruidos y de luces,
es posible que surjas tú, quien seas,
y te alces y levites por encima
de la hecatombe absurda de la urbe,
y lo deslías todo con dulzura
y nos lo ofrezcas nuevo y en su sitio.
Es posible, lo sé, más que posible.
Y lo sé porque soy de los escasos
que gozan del placer casi perverso
de haberte conocido para siempre.
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