jueves, 27 de enero de 2011

El tiro por la culata, como debe ser


Por preceptiva literaria entendían los hervacianos el conjunto de normas neoclásicas indispensables para el ejercicio de la escritura. A nuestro juicio, en cambio, la preceptiva literaria hervaciana consistía en una sola norma de rango fundamental: “Prohibido leer”. Y habíamos llegado a esta segunda preceptiva a partir de la primera. Nuestro objetivo entonces fue el sublime placer de la transgresión: “Leer”. De ahí que en esa voluntad, puntiaguda como la venganza, se perfilaran numerosas afinidades y que leyéramos con bendita inocencia todo cuanto caía en nuestras manos, que era poco. 

Gonzalo Hidalgo Bayal: Campo de amapolas blancas (Tusquets, 2008).



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