Para
Gema, que durante una comida lo dijo…
A ella le gusta La
Voz. Su fantasía es disfrazar a su marido
de Frank, chaqué y pajarita negros, camisa blanca con chorreras, y que le cante
bajito e insinuante My way, mientras
la va desnudando prenda a prenda, la chaqueta, la falda, la blusa, el
sujetador, las bragas, por ese orden, excepto las medias y los zapatos rojos de
tacón, porque esa es la fantasía de él, ya ves tú qué cosas, y con nata montada
siga medio cantando, medio balbuciendo, I
did it my way, entre sus pechos, su ombligo, sus muslos, su vientre…
Pero con una hija pequeña es difícil
consumar nada. Y cuando él está susurrándole en la oreja
when i bit off
more than i could chew. But through it all, when there was doubt, i ate it up
and spit it out...
y ella a punto de caramelo, llega la
niña por el intercomunicador y “mamá, papá, tengo sed” (o pis o miedo o qué sé
yo) y la nata se desinfla, se cae, se lleva toda la fantasía a la ducha, al
cubo de basura de estas ocasiones.
Así que no es extraño que un día
cualquiera, en el restaurante, pidan un flan, pero sin nata, ella, y otro, él, como
expresión de una rebeldía secreta, un instante antes de que la niña, con su
desparpajo habitual, se sume también a esa fiesta y pida: “yo también quiero un
fransinatra”, la niña, que aún no sabe hablar bien, pero que lo clava y les
hace reír y ruborizarse.
2 comentarios:
Breve, directo, sin accesorios, ganando por KO, como decías ayer, los cuentos son esto.
Gracias, Carlos. A eso aspiramos de vez en cuando.
Publicar un comentario