La
llave
Junichirō Tanizaki
Edición:
Siruela, 2014
Traducción
de Keiko Takahashi y Jordi Fibla
Él
decide escribir un diario donde relatará las relaciones y reflexiones sexuales
que mantiene con su mujer, con la previsión, casi deseo, de que ella lo lea. Ella,
conocedora de que su marido escribe un diario, decide empezar a escribir uno
también. Entre él y ella, a través de sus escritos, conocemos cómo evoluciona
su relación y comprobamos que el sexo va inundando la casa y a las personas de
forma paulatina e imprevisible.
Él
tiene 55 años; ella, 45. Tienen
una hija a quien pretenden emparejar con un joven maestro, pero la relación
entre éste y los padres da un giro que acentúa el contenido erótico de la
historia y los diarios.
Tanizaki
nos desgrana esta novela corta en estéreo, a través de los diarios de la pareja
en paralelo, utilizando la ambigüedad y la duda sobre lo que sienten realmente
los protagonistas, sobre lo que hacen realmente (leen o no leen el diario del
otro, se establecen o no relaciones sexuales, se informa o no a la hija...).
Los celos se convierten en el catalizador de la actividad sexual renovada de
él, mientras que ella descubre que el amor que siente por su marido deja paso
al odio y a la repulsión, pero también a una creciente necesidad de
experimentar nuevas sensaciones.
El
estilo contenido con que el autor nos va guiando por una relación en declive, como
la vida del protagonista, y por el conflicto de ella entre una educación
tradicional llena de tabúes y la entrega a nuevas experiencias, nos permite
deleitarnos tanto con lo expresado como con lo sugerido, incluso con lo que
puede revelarse como mentira.
Unos
diarios escritos con la intención inicial de (poder) ser leídos, hace que el
acto de sinceridad que generalmente define este género aquí se convierta en una
provocación juguetona. El lector, igual que les ocurre a los personajes, no
sabe realmente cuál es la verdad, la realidad que mueve los hilos de esta
novela.
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