martes, 30 de agosto de 2016

La vida de Carlos Álvarez


Los sueños, el amor, las intenciones
(Obra poética completa)
Carlos Álvarez
Edición de José Luis Esparcia
Adeshoras, 2016



Debería ser uno de los acontecimientos editoriales del año, pero es muy posible que la edición de las poesías completas de Carlos Álvarez pase desapercibida. Los motivos serán dos, casi tres: uno, que nunca ha sido un autor presente en el candelero; dos, que el trabajo lo ha hecho una pequeña editorial, y casi tres, que hablamos de poesía y ya sabemos lo que pasa con eso en los medios de comunicación, que o se remedian los dos primeros motivos o no hay nada que hacer.
Pero no importa demasiado si al final hay alguien que esté dispuesto a jugarse los cuartos para desarrollar el trabajo que quiere y cree que debe desarrollar. Así, los lectores de poesía estamos de enhorabuena gracias a Susana Noeda, la responsable de la editorial Adeshoras, que ha hecho un trabajo de calidad, cuidado y serio, y a José Luis Esparcia, responsable del trabajo, inmenso, de recopilación y edición literaria. Ambos, junto con el autor, han sido capaces de reunir en estos dos volúmenes los poemas de Carlos Álvarez publicados en libros desde 1964 hasta 1993, fecha en la que decide dejar de escribir. Son, pues, poemas de un ciclo cerrado, de una trayectoria vital de treinta años, imprescindibles para conocer y sentir una etapa de nuestra historia y nuestra sociedad. Son también, como su autor, poemas viajeros y rebeldes, crecidos al margen del poder y los poderes, testimoniales además de políticos y comprometidos, incluso juguetones a veces.
El título ya recoge los tres pilares sobre los que se asienta la poesía de Carlos Álvarez. Los sueños de una vida en común, solidaria y respetuosa, sin tiranías ni abusos; el amor, la vertiente íntima y más personal, y las intenciones, el grito y la denuncia, el compromiso y la lucha. Y en el interior, el lenguaje sencillo y “normal” acerca la poesía a la calle, a la casa, a la persona, pero transmitiendo sensaciones nada sencillas, porque afectan a ideas, circunstancias, hechos y personas que nos recuerdan que somos seres sociales a la vez que individuales y estamos obligados a ver, oír, hablar, pensar... nuestra situación en el tiempo y el espacio.

Doy las gracias a los responsables por la iniciativa y pido a los lectores correr la voz, porque publicaciones como ésta son tan raras como valiosas y no deben pasar desapercibidas.

Y acabo con un poema dedicado a Blas de Otero, del libro antológico Como la espuma lucha con la roca (1977), que incluye poemas no aprobados por la censura en libros anteriores. Es un poema que, a mi juicio, resume la actitud del poeta -y quizá también del lector- frente a la poesía y la vida:

Un poema sin sangre
no es posible
cuando en la tierra hay sangre.

Canción sin barro
no la canta
pueblo color de barro.

Palabra sin semilla
no la dice
quien con el pueblo siembra la esperanza.



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