jueves, 20 de octubre de 2016

Haiku-ento



Participé en el primer festival de cuentos Parla Cuenta, celebrado el pasado 15 de octubre. Y ése es el texto que publico este mes en el periódico Noticias de Tu Ciudad. Lo que conté es, más o menos, esto:































Me senté en un banco del parque a la espera de la inspiración, la musa, el hada. Si no haces nada, las cosas se solucionan a tu favor. Es lo que se conoce como "hacer un Rajoy"... O "un Pleno Parleño", si hablamos a nivel local, donde 7 pueden más que 20, también sin mover un dedo. Pues yo, en el banco, esperaba. Y el hada vino y me dijo “hola” y yo imaginé un cuento brevísimo: Hola” fue lo primero que oyó cuando rompió contra las rocas. Vaya, aquello funcionaba. Me dejé aconsejar. “Empieza por el principio”, me dijo, y yo, un haiku: Comienza el cuento. / Se miran, “qué emoción”, / niño y fantasma. “No sólo los niños, hombre, amplía el espectro”, me sugirió, y yo, “espectro, claro”, otro haiku: De noche, el cuento / convoca a los fantasmas / de carne y hueso. Fantasmas y trastocar o previsible... dos recursos infalibles: —¿Cómo distinguir a un fantasma? –dice él. —Por tres indicios que son tres ausencias –responde ella–: no usa las puertas, no envejece y no sangras... ¿Ves? Ella, siempre es ella la mala, ¿verdad? Bueno, la tradición y los estereotipos pueden ser un buen motivo inspirador, trastocándolos, claro: En compota, asadas, en bizcocho, tarta Sacher, como sidra, zumo, en licor, granny, reineta, fuji, starking, golden, verde doncella… Muchos años después, una Eva longeva seguía seduciendo a su Adán cada día. Por un momento pensé que me estaba complicando la vida sin necesidad... Pero no, me la estaba complicando con necesidad, porque es sabido: Las buenas hadas / se meten en camisa / de once varitas. Efectivamente. Y al atardecer me desleí en el banco de aquel parque, desaparecí, que es lo que le pasa a quien no mueve un dedo para nada, me hice haiku: El narrador / ha desaparecido / dentro del cuento. Fin.




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