Nos acercamos a abril, el
mes lector, que empieza con el Día Internacional de Libro Infantil y Juvenil,
el 2, y culmina con el Día Mundial del Libro y del Derecho de Autor, el 23. De
Andersen a Cervantes y leo porque me toca... Es un buen momento para darle una
vuelta, otra, al asunto.
En esta ocasión quiero
citar el Informe 2018 de la Federación de Gremios de Editores de España en
relación a la lectura en menores de edad. A saber. En 3 de cada 4 hogares con
menores de 6 años se lee a éstos habitualmente (unas 3 horas semanales). El 85
% de los menores entre 6 y 9 años lee habitualmente libros no de texto. En
menores entre los 10 y los 14 años, esta cifra es del 71 %, y entre jóvenes de 15 a 18 años, desciende al 45
%. Por otro lado, el 40 % de los padres y las madres buscan
recomendaciones e información sobre libros para sus hijos pequeños en
familiares, amistades o medios online.
Se me ocurren varias
reflexiones.
Una es que el porcentaje
lector hasta los 14 años en bastante alto y, sin entrar en la “calidad
lectora”, me parece digno de mención y esperanzador.
Otra, más evidente, es el
descenso lector proporcional al aumento de la edad, con un salto notable en la
adolescencia, vinculado, seguramente, a la aparición de nuevos intereses, la
sofisticación de otros ya existentes y el desarrollo biológico mismo; sin embargo,
este descenso no debería ser preocupante, por temporal y sólo cuantitativo, si
no estuviese relacionado también con la poca destreza y el débil hábito
lectores.
Y la tercera reflexión
tiene que ver con ese 40 % de padres y madres que no considera como primeras
opciones para la búsqueda de información y referencia ni las librerías ni las
bibliotecas. Me preocupa que se desaprovechen esas dos herramientas de rigor y
criterio, imprescindibles para la orientación lectora en la inmensidad
editorial y en la vorágine de internet. Quizá el otro 60 %, que ni siquiera
busca, lo tenga más claro.
2 comentarios:
Los móviles, Carlos, los móviles hacen estragos en cuanto a los índices de lectura (y calidad de la escritura).
Pero, al mismo tiempo, los móviles se convierten en nuevos soportes para la lectura que podrían tener un desarrollo estupendo en los jóvenes.
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