jueves, 19 de diciembre de 2019

Seguir el rumbo


Un profesor universitario de Derecho Constitucional mostraba su preocupación por la respuesta de buena parte de sus alumnos de primero ante la petición de que redactasen un proyecto de ley orgánica. El aumento de propuestas como la implantación de la pena de muerte, la prohibición de partidos independentistas, la supresión de la educación básica para extranjeros, el derecho al uso de armas contra okupas, la prohibición del aborto... son algunos ejemplos que él achaca, sobre todo, al poder manipulador de las redes sociales cuando se convierten en la única fuente de información. 
Que las redes sociales son una herramienta cuyo poder no estamos preparados para utilizar adecuadamente es algo que me viene rondando la cabeza desde hace tiempo. Que el miedo a lo desconocido y a lo distinto es una fuente inagotable de ideas reaccionarias es una certeza cada día más evidente. Que todo eso tiene mucho que ver con nuestras lamentables políticas educativas, empeñadas en contenidos y negligentes en educación, subrayado y en cursiva y negrita, deja poco espacio para la duda. Que la visión de un futuro sin alicientes ni expectativas también ayuda, parece incontestable. 
Y todo eso incide, en relación al caso mencionado, en algo que debería preocuparnos especialmente y de lo que he hablado en otras ocasiones. Nuestra sociedad hace tiempo que marcó un rumbo del que no debería desviarse, porque desviarse sería regresar al cuarto oscuro del que salió hace ya tiempo. Me refiero al rumbo de los derechos fundamentales, la igualdad, la integración, la laicidad... El rumbo que busca, como el mismo profesor reflexiona, reconocer derechos más que imponer prohibiciones, anteponer el derecho a la ideología. Un rumbo, en definitiva, que puede tornarse errático sin una tripulación, la ciudadanía, preparada. No sé a qué estamos esperando, sinceramente.


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